La captura del abogado Rubiel Díaz Londoño el lunes 22 de mayo en Riohacha, La Guajira, significó para Arlex Torres el fin de más de dos décadas en las que el asesino de su mamá y su hermana se burló de la familia Torres Arias, de la justicia y la sociedad colombiana.

Cuando en diciembre de 2022 se emitió la circular roja de Interpol volvió a usarse la vieja foto que se publicó en 1997, tal como era Rubiel al momento de la noticia del trágico hecho del 9 de diciembre de ese año cuando fueron asesinadas en la Vía al Mar, Stella Toro Arias y su hija Leonela Torres Arias.

Tras Arlex documentar a la Sijín de la Policía los movimientos del asesino de su señora madre, fue ubicado en Riohacha, en la IPS en donde “trabajaba”. Hasta allí llegó el agente encubierto de la Sijín.

Ya cuando se tuvo la certeza de quién se trataba y se le requirió un documento, el prófugo de la justicia presentó la cédula de ciudadanía a nombre de Camilo Andrés Ortiz Arango. Era su foto, y su huella. 

Esta última, por fortuna para él, nunca fue confrontada con la tarjeta decadactilar que fue lo que hicieron finalmente los agentes de la Sijín Atlántico que lo requirieron. Una pequeña cicatriz en el índice derecho que aparece  en la cédula falsa que presentó a nombre de Camilo Ortíz también aparecía en la tarjeta decadactilar de la Registraduría. Así se confirmó su verdadera identidad.

Era un hombre de contextura delgada y un caminar cansino como consecuencia de los quebrantos de salud padecidos en los últimos años. No hubiese sido posible identificarlo bajo otras circunstancias y sin la información que había entregado Arlex.

El mismo comandante de la Policía en el Atlántico, el teniente coronel Jhon Jairo Urrea, reconoció el pasado lunes que “el tiempo lo ha cambiado en su fisonomía y padece de una enfermedad que puso en duda su identificación, pero finalmente se pudo probar de que en efecto era Rubiel Díaz".

Para Arlex fue el final de la larga espera de 26 años y el Camilo Ortíz con cédula expedida de La Paz, Cesar, era realmente Rubiel Díaz Londoño.

La fotografía de la reseña en la Penitenciaría de El Bosque de Rubiel, muestra ese cambio que los años han causado a este hombre que según la condena, acabó con la vida de su compañera sentimental y de su hijastra, “solo por el dinero”.